Después de aproximadamente 15 años de contacto por carta, hace unos días conseguimos gracias a la tecnología volver a vernos físicamente en directo , con Natalia.
Pero antes de esto, os voy a contar un poco la historia de Natalia.
Natalia, al igual que el resto de niños de acogida, procedía de Bielorrusia, afectados por las consecuencias del accidente nuclear de Chernobyl.
El objetivo de la acogida era que los niños disfrutaran de dos meses de vacaciones, buena alimentación y un ambiente saludable. Cuando Natalia vino, nos informaba que estos niños estando un mes en España podría alargar su esperanza de vida en más de un año. Desde mi experiencia personal, puedo asegurar que en los días posteriores a su llegada su mejoría se fue notando.
Aquí acudían a revisiones médicas, dentista, etc... Aunque, sin duda, el mejor tratamiento era la alimentación sana que durante esos meses podían recibir.
Recuerdo la ansiedad que a Natalia le suponía tener en la mesa piezas de frutas, ya que ella no estaba acostumbrada a tener fruta en su casa. Y como aquella naranja que le dieron en el aeropuerto, no se la comió, para guardarsela puesto que no sabía si en los próximos días iba a recibir comida, y llegar a mi casa, y con el paso de los días descubrir que aquella naranja se hallaba escondida en un muñeco que la dimos, y que como vió que todos los días tenía para comer llegó a olvidarse de esa naranja que guardó. Procedía además de una familia des estructurada, y que con 7 añitos ya tenía que cuidar de sus hermanos pequeños como si fuera su madre, y como detrás de cada comida , cena, o merienda acababa dándonos las gracias.
El primer día fue algo muy especial. Los niños llegaron a España por la noche tras dos días de camino, y mi familia esperando hasta la madrugada su llegada. La entrega se realizaba en la parroquia, donde los niños se sentaban en los primeros bancos y las familias en los de detrás. Uno a uno iban diciendo el nombre del niño y de la familia. Y allí estábamos la familia al completo esperando oír nuestro nombre yespeculando sobre cuál de todas las niñas sería Natalia, hasta que nos nombraron y la emoción se hizo patente.
Cuando todo terminó y se realizó el papeleo oportuno, nos fuimos a casa con la única comunicación que nos proporcionaba unas cuantas palabras en ruso que nos había dado la organización. Sin embargo, poco tiempo hicieron falta, pues en cuestión de semanas Natalia hablaba bastante ya español.
Yo pasaba cada día con ella. Jugábamos, nos divertíamos . Y pasamos de ser extraños a que ya nos llamara 'papá', 'mamá', .. y es que, como aún decimos, somos su familia española.
El verano pasó muy rápido entre piscinas, excursiones y las vacaciones, en las que conoció por primera vez el mar, y en la que año tras año, mis padres la llevaban.
Para mis padres en concreto, y para la familia en general, lo más gratificante era comprobar los resultados, la mejoría que día a día Natalia demostraba, y la cara de ilusión que lucía cuando realizaba cosas tan habituales para nosotros y tan insólitas para ella. Recuerdo la primera vez que la llevé al cine, al parque de atracciones, etc...
Desde el primer día eres consciente de que esta experiencia tiene un principio y un final, aunque tu subconsciente trata de no reparar en ello. Cuando pasan los dos meses compruebas que esa pequeña persona se ha convertido en un pilar más de tu familia, pero que tiene que marchar. El primer año siempre es más duro, pues quedan las dudas de cómo será vivir sin ellos a partir de ahora, cómo mantendréis el contacto o si volverán al año siguiente. La primera despedida fue horrible, puesto que Natalia no se quería ir, habiamos pasado unos meses tan gratificantes que se quería quedar con nosotros, era una niña, y lo único que reclamaba era cariño.
Desde el primer día eres consciente de que esta experiencia tiene un principio y un final, aunque tu subconsciente trata de no reparar en ello. Cuando pasan los dos meses compruebas que esa pequeña persona se ha convertido en un pilar más de tu familia, pero que tiene que marchar. El primer año siempre es más duro, pues quedan las dudas de cómo será vivir sin ellos a partir de ahora, cómo mantendréis el contacto o si volverán al año siguiente. La primera despedida fue horrible, puesto que Natalia no se quería ir, habiamos pasado unos meses tan gratificantes que se quería quedar con nosotros, era una niña, y lo único que reclamaba era cariño.
Cuando los niños se van por primera vez, siempre acecha la incertidumbre del contacto que podrás mantener durante el año. Nos escribíamos por carta, y de vez en cuando hablar con ella , teníamos que esperar debido a que el teléfono era de una vecina, y claro , no estaba en su casa, además de la dificultad de que la persona al otro lado nos entendiera, aunque llegó un momento que conque solo nos oyeran la voz y hablar en español, su vecina ya sabía que la llamada era para Natalia.
A día de hoy son muchas las experiencias que guardamos con muchísimo cariño de todos esos años de convivencia. Así, hasta que Natalia cumplió la mayoría de edad y, con ello, acababa la posibilidad de venir con la asociación.
En un país en el que la edad media para casarse y tener hijos es bastante joven, Natalia se casó y tuvo 2 hijos. A partir de este momento, fue alejándose la posibilidad de volverla a ver. Estuvimos mi madre y yo un año pensando ir a verla a su casa, pero la situación allí era complicada y teniamos algo de miedo. Vivía en una situación dificil. Nos contaba como era su casa que tenía el baño en el exterior de la casa, no tenían calefacción y compartían línea telefónica. Su marido es leñador, y les costaba ahorrar, se tiraron durante unos años para poder comprar un simple frigorífico. A día de hoy, ya disponen de cosas básicas para nosotros.
Así, con la llegada de Internet , hace unas semanas , en una de sus llamadas, nos dijo que podíamos hablar con ella a través de Skype. Fue impresionante el momento , en el que nada mas conectarme nos veíamos físicamente después de muchos años en vivo y en directo. Ver a mis padres, sus padres españoles. Y verla, emocionada con sus dos hijos delante del ordenador. Ver por primera vez a mis peques a través del ordenador y en cuanto los vió llamarles por su nombre, Laura alucinaba. Mi peque veía por primera vez a aquella niña que tantas veces la hemos mencionado, y que tenemos en mi casa en marco de fotos. Y ver a mi marido emocionado y decirla que la echamos mucho de menos.
Los años irán pasando pero nunca se olvida esa relación especial que aguardas con aquella niña que llegó a tu familia cuando tenía apenas ocho años, con una maleta de cartón y convivir con una familia que no conocía de nada. Y a partir de ahora, aunque sea a través de internet, nos veremos más a menudo.
Por esto y por mucho más, pues es difícil condensar tantas historias y emociones en unas pocas líneas, he querido compartir con vosotros la experiencia, para dar a conocer esta forma de ayudar y transmitir la increíble aportación personal que supone. Si me preguntáis, la respuesta es sí, merece y mucho la pena.
Os aconsejo algunos cuentos sobre acogidas:
EL VIAJE EN GLOBO
Centrándonos en el libro, este está concebido como una metáfora en la que una niña vive una historia que se podría comparar en la realidad con la llegada a un Centro de Acogida: un día al despertar, la protagonista de nuestra historia se frotará los ojos y se dará cuenta que ya no está en casa, sino dentro de un gran globo en el que comenzará un gran viaje a lo desconocido. Al principio se sentirá desconcertada, algo temerosa, pero incluso en esos momentos el globo la tranquilizará con sus palabras, respondiendo a todas sus dudas y preguntas.
Aunque a veces eche de menos su antigua vida, en el gran globo la niña conocerá a otras personas, nuevas normas para convivir, pero sobre todo aprenderá que tiene derecho a compartir y que con esfuerzo podrá seguir adelante.
De momento, se editarán 1.000 ejemplares que se repartirán por las Casas de Acogida de nuestra Comunidad, pero si estáis interesados en conocer al completo la historia, al ser una libro sin ánimo de lucro, podéis decargar el álbum completo en el siguiente enlace:
LA CASITA BOLSA DE CHUCHES
Cuando un niño pasa de un piso de acogida a una casa. 4 á 9 años. Cuanto miedo nos dan los cambios, pero si lo hacemos acompañados nos resultará más fácil.
MI DIARIO: MI HERMANA DE CORAZÓN.
Cómo vive el acogimiento el hermano de acogida. A partir de 4 años. "El roce hace el cariño. La convivencia no es fácil pero nos enseña. Compartir es amar"
PULI
Pensado para explicarles porque no pueden vivir en casa con sus padres y que puedan expresar cómo se sienten. De 4 á 9 años. "¿Cómo se siente Puli? Acompañarle en este viaje será nuestra misión"
Alicia.
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